Don Quijote vs.Aeratron: Una batalla épica contra los molinos de viento invisibles
Era una tarde tranquila en La Mancha cuando Don Quijote, el héroe caballeresco con inclinación por el drama puro, se sentaba en su majestuoso sillón y se deleitaba con sus libros sobre grandes hazañas heroicas. A su lado, Sancho Panza roncaba suavemente para dormir, y todo parecía en paz. Pero luego: ¡un toque de movimiento! ¡Una sombra revoloteando por la pared! Un zumbido inquietante, tan silencioso como el susurro de un fantasma.
-¡Sancho! -exclamó don Quijote con el rostro radiante de determinación. “¡Ha surgido un nuevo enemigo! Una máquina insidiosa que roba los cielos y se disfraza de ayudante amigable. ¡Prepara el caballo, mi fiel escudero, que vamos a la batalla!
Sancho se frotó los ojos adormilado. “Señor, es sólo el ventilador de techo Aeratron. Proporciona aire fresco sin hacer ningún ruido. ¿Quizá deberíamos dejarlo así? Pero don Quijote no tenía oídos para semejante sobriedad.
El enemigo: Aerotrón
Para Don Quijote, el ventilador de techo Aeratron era más que una simple pieza de ingeniería con estilo. No, a sus ojos era una criatura diabólica que se hacía invisible mientras secretamente tomaba el control de los cielos. ¿Cómo podría algo tan silencioso y eficiente servir para algo bueno?
-Mira, Sancho -prosiguió el caballero-, mueve sus funestas espadas en círculos perfectos. ¡Pero voy a domar a este monstruo! ¡No se escapa ningún chorro de aire de mi lanza!
La lucha: lanza contra aire
Con la lanza en alto y un grito de batalla que hizo temblar las murallas, cargó don Quijote. Su puntería era impresionante... considerando que estaba golpeando en la dirección completamente equivocada. El fanático de Aeratron permaneció imperturbable. Sin bamboleos ni ruidos, simplemente continúa su majestuosa rotación como si ni siquiera hubiera notado el ataque.
“¡Señor!”, gritó Sancho mientras intentaba evaluar los daños. “¡La cosa ni siquiera tiene un rasguño! ¡Está demasiado fuerte!"
Don Quijote se quedó respirando pesadamente, con la lanza rota pero su resolución intacta. “Sancho, el enemigo es poderoso, pero nosotros somos inteligentes. ¡Tráeme la caja de herramientas!
Paz: De un fan a un amigo
Después de otra ronda de acaloradas discusiones (en las que Sancho finalmente se convenció de que el abanico era quizás más amigo que enemigo), Don Quijote llegó a una conclusión notable.
“Sancho”, dijo, “este aparato no es nuestro enemigo. Es un poderoso aliado que nos salva de la maldición del calor del verano. ¡Que atraviese nuestras filas como un fiel abanderado!”
Y así, la maravilla aerodinámica se convirtió en una fiel compañera en el castillo de Don Quijote. El caballero que una vez luchó contra los molinos de viento ahora se dejó refrescar por un ventilador y escribió sobre su "victoria" en los anales de su gran aventura.
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